martes, 22 de noviembre de 2011

LO QUE PODRIA HABER SIDO.


Recordábamos con Juan, el otro día sentados en el banquito de la vereda de la casa de sus padres, cuáles eran las cosas que en nuestra ciudad de origen sobresalen por sobre todas las otras ciudades del mundo. Cabe destacar dos cosas. La primera es que en Junín la mayoría de las casas tienen en sus veredas bancos de material sobre la pared de la calle donde los vecinos que no duermen la siesta salen a tomar fresco, y los que la duermen ocupan los banquitos en el segundo turno, después de las seis de la tarde. Esta particularidad de la ciudad ha llamado la atención a más de un visitante ilustre de fin de semana, incluidos aquellos que concurren a la Laguna de Gómez con el objetivo principal de pescar algunos pejerreyes. Lo segundo es que nosotros dos no conocemos ninguna ciudad de otro país, así que todas las afirmaciones caben sólo para Junín y la zona; más alguna localidad de la costa, Córdoba y Bariloche.
Sin ninguna duda, una de las cosas características es la belleza de las mujeres. De todos modos no vale la pena reparar en esto si no se las ve cara a cara, porque son varias las ciudades del mundo que se adjudican semejante condecoración. Otra de las cosas es la pasión por los clubes de la ciudad. Más allá del apoyo incondicional al club Sarmiento por estar ligado a la AFA y haberle otorgado a Junín el privilegio de haber jugado una temporada en primera A, es muy placentero ver como la gente se desvive por el clásico de la liga nacional de básquet que juegan Ciclista Juninense y Argentino. O la pasión que sienten los jugadores de Los Miuras por el rugby, o el incondicional amor de algunos por los clubes de la liga local, tal es mi caso por La Loba, entidad emotiva con muchos adeptos en el barrio El Picaflor. Sin embargo, también es real que los sentimientos deportivos cambian de ciudad en ciudad y cada una de estas entiende que en su territorio es exclusivamente especial. Los embutidos son algo particular. Nos hemos agarrado a trompadas con gente de Colonia Caroya y de Tandil en las playas de Villla Gessel por discutir quién tiene el mejor salame. También es cierto que el galardón de los mejores fiambres está acrecentado por la cercanía de Junín con Agustín Roca, localidad donde todos los años se realiza la fiesta regional del fiambre casero. Yo sigo pensando que no nos supera nadie, pero ha esta altura no le discuto el podido a otros que se lo adjudican, por entender en sentimiento local. Y así seguimos enumerando una cosa tras otra, que por localistas pensamos sólo nuestras, pero que se aprecian en muchos lugares. Hasta que encontramos una que nadie nos la puede sacar. Y es que científicamente comprobado Junín tiene la mayor cantidad de gente que ‘podría haber sido’. Uno se encuentra en un bar, y escucha que en la mesa de al lado comentan “Miralo a fulanito, que mina fea con la que anda. Pensar que tenía una pinta bárbara, si dicen hasta Ante Garmáz, cuando vino a ver Boca contra Sarmiento se sorprendió y lo quiso contratar como modelo. Que boludo que fue, si le hubiese hecho caso a Garmáz podría haber sido rico y hoy no andaría con esa gorda”. O tampoco faltan los comentarios de los viejos del club, cuando ven una pelea de la Hiena Barrios y recuerdan vanagloriando a algún peleador del barrio que se entrenaba como boxeador y que supuestamente “podría haber sido campeón argentino por lo menos”. El rubro este de ‘podría haber sido’, con Juan lo hemos sellado con el nombre de ‘Taqueta Barrionuevo’. Es común escuchar en Junín que Taqueta podría haber sido mejor que Maradona. Su época de jugador fue unos veinte años antes que la de Diego, y todos en Junín coinciden que, salvo pelusa, aún hoy no hay jugador superior a él. Dado lo fantástico de sus historias, nosotros otorgamos la presidencia de este estigma a Barrionuevo, sólo por la existencia de Maradona. Además de la casaca de Sarmiento, Taqueta vistió la de Tigre, la de Argentinos Juniors y la de Vélez Sarfiled, estas dos últimas en Primera A. También tuvo un paso por el fútbol Frances, jugando para el Nice. Hay cierta analogía en este ‘podría haber sido’ con Rosario y el Trinche Carlovich, exquisito jugador de Central Córdoba que, dicen los que lo vieron, supo bailar a la selección de Menotti en un amistoso en la cancha de Rosario Central. Tanto en uno como en otro, el juego pasaba por lo vistoso, por lo desfachatado, por lo sinverguenza, por la facilidad para dejar en ridículo al rival. También, lógico, por la poca predisposición para el entrenamiento. Aún así pensamos que más allá de llevar para nosotros el ejemplo mayor del ‘podría haber sido’ su figura trasciende este arbitrario rubro, porque en realidad estadísticamente fue un genio de verdad. Nos han contando que en un partido eludió a ocho jugadores del rival y cuando se enfrentó al arquero también lo gambeteó. Sólo, frente al arco, en vez de patear y meter el gol, dio vuelta atrás, volvió a gambetear al arquero, y después sí metió el gol. Barrionuevo, para todos los juninenses fue un astro del fútbol, por lo cuál no se entiende porque algunos todavía se empeñan en decir que ‘podría haber sido’. Precisamente con Juan coincidimos en que aún habiendo brillado más de veinte años antes, Taqueta también sufre el síndrome Maradona. Le pasa lo mismo que a Messi, con la diferencia de que a uno le sucede en presente y a otro en pasado. Diego Armando Maradona trasciende todo lo que hubo antes y después de él. Es más que todo. En la música, por ejemplo, por más que le adjudiquen a los Beatles miles de cosas, no hay un saber o parámetro común. No existe un ‘es bueno, pero no es como lo Beatles’. En la religión, tampoco nadie compara a un Papa con Dios. Nadie dice ‘Juan Pablo II fue bueno, pero no fue mejor que dios’. En el boxeo están los que dicen que Loche fue el mejor, otros que Monzón, y otros que Galíndez o Gatica. Pero Maradona es otra cosa. Maradona es parámetro para todo lo que tiene que ver con el fútbol. No se puede hablar de fútbol bajo ningún punto de vista, ni siquiera en una localidad del noroeste de la provincia de Buenos Aires, si no se compara todo con Maradona. El mundo del fútbol, la historia de este deporte, se cuenta épicamente con un vértice que es Diego Maradona. Y, lamentablemente, Taqueta, con todas sus historias y su talento a cuestas, tampoco es ajeno a eso. Aunque todavía tiene la oportunidad de quebrar la historia y no nos habíamos dado cuenta.
Ese mismo día que charlábamos con Juan sobre esto, a la tarde, en la mesa de un bar, escuché decir a un señor que a la selección de Italia le falta un jugador como Taqueta. Y que si tuvieran un jugador así, son campeones del mundo por segunda vez consecutiva. La verdad, ese tipo tiene razón, porque Maradona ya no juega más, dirige la selección argentina y dijo que se retiró. A mí nunca nadie me dijo que Taqueta se retiró y no esta dirigiendo en ningún lugar, y tampoco jugó en la selección argentina nunca. Por lo tanto, los italianos lo podrían haber llevado al mundial. Son unos boludos, no saben el jugador que se perdieron.

lunes, 19 de julio de 2010

SI BEMOL

-Supertramp es una banda para escuchar a la noche- afirmaba Patricio después de media hora de discusión-.

-Supertramp es para escuchar a la mañana. Y no cualquier mañana. Los sábados a la mañana, con mucho sol-.

Esa fue mi posición desde el principio. Con Patricio pasamos largas horas hablando sobre temas importantísimos como este. Muchos de nuestros allegados, y sobre todo parientes, nos dicen que malgastamos el tiempo. Sin embargo, tanto para Patricio como para mi, estas discusiones forman parte del ser mismo. Para nosotros, no es lo mismo una persona que escucha Supertramp a la mañana o a la noche, como tampoco es igual una persona que come Tita y una que come Rodhesia.

-Vos estas loco. Supertramp no se puede escuchar un sábado a la mañana y con sol. Eso -me repetía a modo de consejo-, es un exceso de optimismo. Y escuchar una banda optimista, con un día optimista, te puede dejar el marulo averiado para toda la vida. Te lo discuto de acá a la china.

-Años-le dije-. Casi toda mi adolescencia, desde el 90 al 2009 me pasé escuchando los sábados a la mañana ‘Esta lloviendo de nuevo’.

-Ehhhhh- interrumpe Sebastián.

-¿Qué pasa?

-Del 90 al 2009 hijo de puta ¿Cuánta adolescencia tuviste?-, me preguntó a modo de juicio de valor.

-¿Y eso que importa ahora si estamos hablando de otra cosa? Me querés desviar el tema, como siempre. Eso porque sabés que tengo razón. No hay otra manera de escuchar Supertramp si no es un sábado a la mañana, con mucho sol. Y ese tema en particular, es el que confirma mi posición.

-¿Y eso que tiene que ver? Yo te puedo decir que “Desayuno en America” es un disco contradictorio desde el título, porque para mi es una banda para escuchar a la noche. Aunque con el cambio horario, no sé, nosotros estaríamos bien, lo tenemos que escuchar de noche.

Esa es la virtud de Patricio. El sabe de un montón de cosas, entonces, me caga. La última vez que habíamos discutido, no recuerdo bien el tema, creo que era sobre si Michael Jackson hubiese estado vivo de no haberse cambiado el color de su piel, en un momento del debate, me dice: “Es como todo, sino, fijate lo que pasaba en la Edad Media”. Y ya me cagó. Me re cagó. ¿Que carajo se yo sobre la edad media? Patricio tiene esas cosas, el sabe mucho de todo.

-Que hijo de puta -proseguí-. Me querés meter el tema del cambio horario para cagarme. Pero no. Además, la canción que te digo no esta en ese disco, así que…

-Para, para, para…no podes reducir la investidura, la trayectoria, la confianza, la venta de discos de una banda como Supertramp, a una canción sola. Y menos, a ese tema pedorro.

-¿Pedorrro? Lavate la boca antes de hablar de ese tema, que a mí, me salvó de mil resacas. Te levantas un sábado a la mañana, y antes de ir lavarte los dientes, pones ese tema. Chau, te olvidas de todo lo que pasó la noche anterior, te levanta, te pone pilas, te dan ganas de seguir.

-Ves, ese es tu problema.

-¿Cuál?

-Que no querés parar.

Otra vez la moralina. Patricio también tiene esas cosas. Se pone en padre, se pone en padre el hijo de mil putas. Esta bien que a mi me gusta salir, y tomar mis copas, y que le meto los cuernos a mi mujer. ¿Pero si no lo hago ahora cuando lo voy a hacer? Las cosas que no haces a los treinta, después las querés hacer a los cincuenta. Y eso no esta bien.

-Las canciones, hay que escucharlas tranquilo –siguió Patricio-. Descansado, con un volumen medio, para apreciarlas mejor.

-Ahh bueno. Que pavada que acabas de decir. Pero que estupidez tan grande como todo el universo. Es más, mi amigo Facundo se acostaba escuchando ACDC. Así que, a la mierda eso de tranquilo para tranquilo, loco para loco…

-Si yo no te dije eso. Vos estas sordo, por eso escuchas Supertramp una sábado a la mañana.

-Con mucho sol.

-Si, con mucho sol. Peor todavía. A ver, y decime ¿Qué escuchas ahora que no estas mas en la adolescencia?

-¿Los sábados a la mañana?

-Ponele, los sábados a la mañana.

-“Confortablemente adormecido” de Pink Floyd

-Que hijo de puta. ¿Para levantarte? Estás loco. Además, ¿Por qué siempre me metes una canción, y no una banda?

-Que tipo jodido. No hay una explicación exacta. Que se yo, en este caso, porque me gusta más esa canción que todas las otras. Y en el caso de Supertramp, porque esa canción es insuperable para un sábado a la mañana con mucho sol.

-¿A sí? A ver, y decime ¿Por qué no seguís escuchando esa canción todavía?

-Ya te dije, ahora estoy en otra. Estoy más grande. Ya escuché mucho esa canción. Y no puedo seguir toda la vida haciendo las mismas cosas. Hay que cambiar de canciones, así también cambiamos nuestros objetivos. Es como madurar, que se yo, justo con Claudio hablábamos de eso el otro día.

Claudio es otro amigo nuestro. Mucho más fana de la música que nosotros. El vive como las canciones. Las canciones le dictan cosas. A veces las cosas le salen bien, pero siempre le duran poco, eso es verdad. Sobre todo con las chicas. ¿Cuantas chicas se bancan un Calamaro más de tres meses? Bueno, Claudio tiene esas cosas. A los tres meses, cuando ya no se lo banca más, le recita “Flaca” o “La mirada del adiós”, pensando que la mina lo va a salir a buscar corriendo. Y lo mandan a la mierda. Peor la otra vez, que se le ocurrió citarle a George Michael y la novia le preguntó si la había engañado con Carlos. Eso pasa con las canciones en inglés, uno no sabe que esta cantando.

-Bueno, ¿y ahora que escuchas?-siguió Patricio, no muy convencido con esto de la madurez-.

-¿Escuchaste Wilco?

-Si.

-Bueno, no se si todo, pero hay un tema, que para mi, es como los Beatles del 2000.

-Que tipo exagerado. Pero que tipo exagerado por dios. ¿Vos te escuchaste lo que acabas de decir? ¿O tantos años de Supertramp los sábados a la mañana te dejaron medio bobo?

-Mirá, escuchá eso- le dije mientras suena “Side with the seeds”-.

-¿Qué?

-Ahí, justo ahí….

-Si, ¿Qué pasa?

-Ahí…justo cuando suena la guitarra, ¿viste?

-Si, ¿Qué pasa?

-Ahí hay un melotrón en SI BEMOL

-Jajajaja

-¿De que te reís gil?

-Mirá, primero no creo que sepas lo que es un melotrón, además de que ahí no hay ningún melotrón. Y segundo, vos no sabes tocar ningún instrumento ¿Qué carajo sabés lo que es un Si Bemol?

-Gil. Una vez lo ví a Charly en una entrevista, donde mostró un pedazo de tema, y dijo que estaba en Si Bemol. Entonces yo me aprendí el sonido. Y cada vez que suena algo así, yo ya se que es Si Bemol.

-Como sea. Esta canción de Wilco también es mas linda a la noche. Como todas.

MENSAJE DE TEXTO

Cinco minutos después de las doce de la noche, el jueves 11 de febrero, me llega un mensaje: “el partido obrero se separa. Hay que elegir entre Rod Stewart o Elton John”. Este es el tipo de cosas que me ponen nervioso. Muy nervioso. Por más que sea la propuesta de un amigo que me conoce, también sabe que esa situación es como patear un penal en una final. Me lo tomo en serio. Muy en serio. Ahí nomás agarré los discos que tengo de esos artistas, y empecé a repasar. Primero fui al viejo Rod, al frente de los Faces. Agarré ‘Oh la la’, su cuarto disco de estudio, y lo repasé. “Silicone Grown” y “Cindy Incidentally” para empezar. Estaba más complicado que antes. Como empecé casi por los comienzos del Escosés, también opté por hacer lo mismo con Sir Elton John. Fui a ‘Elton John’, el disco de 1970. La canción con la que arranca, “Your Song”, pelea contra los All Blacks de visitante y se la banca. Es tremenda.

Estaba más complicado aún, más nervioso, y para colmo, no sabía cuanto tiempo me daba mi amigo para la decisión y recién iba por los años ’70 de cada artista. Porque se sabe como es esto. Si un amigo te quiere hacer sufrir con estas diatribas bien difíciles, te la hace jodida, jodida, y te da unos minutitos para elegir entre dos monstruos. Entonces opté por saltar unos discos, pero tampoco tanto. Me fui con Elton hasta “Madman Across the water”. Hay dos canciones increíbles. La que le da título al disco, y la número dos, ‘Levon’, se destacan. Pero el comienzo del disco, es insuperable. “Tiny dancer” una balada extraordinaria. A Stewart le tocó ‘Every Pictures tell a Story’. Y ahí me enamoré nuevamente de “Maggie may” y “Mandolin Wind”.

-La puta madre. La re puta madre que me parió, que jodido que estoy. Este me viene a cagar la noche que estaba tan tranquila mirando Botineras. ¿Como me puede hacer esto?- es lo único que repetía, mientras revisaba libros, diarios viejos y discos de los artistas en cuestión. De todas formas, no era para sorprenderme. Siempre me hace lo mismo. La última vez mandó un mensaje preguntando si me quedaba con Borromeo o con Tatú de La isla de la fantasía. ¿Puede ser una persona tan mala? Para colmo miraba la discografía de cada uno en los ‘70 y me quería matar. De Elton John me quedaba ‘Tumbleweed Connection’, ‘Honky Chateau’, ‘Goodbye Yellow Brick Road’, ‘Caribou’ y ‘Captain Fantastic and the Brown Dirt Cowboy’ por ejemplo. Y de Rod ‘Never a Dull Moment’, ‘Atlantic Crossing’, ‘A Night on the Town’ y ‘Blondes Have More Fun’.

Respiré hondo. Traté de calmarme un poco y dije en voz alta: “Disfrutalo. Disfruta de esta situación. El burrito Ortega debe disfrutar la presión de jugar contra Boca en cancha de ellos. Bueno, esto es lo mismo. Entonces disfrutalo”. Que mierda voy a disfrutar. Estaba sufriendo como un condenado. Era una locura ponerme en una situación así. Con que necesidad. Que ganas de joder, por dios. Pero ojo, la culpa no era mía, sino del hijo de mil putas que me hace elegir entre Rod Stewart y Elton John. Por unos instantes pensé en contestarle ¿y vos querés más a tu mamá o a tu papá? Pero no era el sentido. El desafío era elegir entre ellos dos.

Había que recortar camino, el tiempo me ahogaba. Los ochenta para ninguno de los dos fue la mejor etapa, así que le pegué un salto. Y los noventa…mmmm…tampoco. Nada para destacar demasiado. Agarré una hoja y empecé a poner pro y contras de cada uno. Y anoté: los dos en los ’70 tienen carreras indiscutibles, buenísimas. Los dos tienen más de cinco discos que lideran y son clásicos. Los dos tienen una voz distinguida y particular. Los dos en los ochenta no me gustan, salvo algún rescate emotivo como pueden ser las canciones “Baby jane” y “Crazy about her” de Stewart y “I’m Still Standing” y “Little Jeannie” de Elton John. Si tengo que buscar alguna diferencia en mi gusto, diría que Rod Stewart me gusta más como interprete de otros artistas, y que Elton John es mejor compositor, al menos, mucho más fructífero que el escosés. Y ahí me iluminé. “Los discos”, me dije. “Los últimos discos de ellos definen la cosa”. El de Elton John es del 2006, ‘The captain and the Kid’, una especie de sucesor de ‘Captain Fantastic and the Brown Dirt Cowboy. La vuelta del dúo compositivo con Bernie Taupin. Fantástico, la vuelta que se merecía después de tantos palazos de la crítica, después de tantos discos aptos para todo público. Después de hacer música que no le molesta a nadie, que puede escuchar cualquiera. El de Stewart es del 2009. ‘Soulbook’, canciones clásicas interpretadas por infinidad de artistas, y que nadie conoce a las versiones originales. Un disco totalmente pasteurizado, hecho apto para todo público. Un material con esas características tiene dos lecturas posibles: o el artista no arriesga más y va a lo seguro, o el artista esta más allá del bien y del mal y tiene el talento suficiente como para hacer un disco que le guste a todo el mundo. ¿Y quién puede negar que ese disco es maravilloso?

Estaba jodido otra vez. En realidad, nunca lo dejé de estar. Era nervio, tras nervio, más nervios. Indecisión. Preocupación. Comisura de uñas. No escuchaba a nadie. Tres veces le corté el teléfono a mi mamá. Le rompí un juguete a mi hijo porque me tenía podrido con esa canción del dinosaurio Barney que detesto con toda mi alma.

Después de unas horas muy intensas, tengo la respuesta. Irrefutable. Imposible de negar. Detalle por detalle, una respuesta muy justificada. Fina la definición. Pero tenía la contestación. Estaba revisando la respuesta escrita en papel, para luego transcribirla en mensaje de texto sin errores posibles, y vibra mi teléfono. El mensaje decía: “el partido obrero rompe todas sus filas: ¿Rod Stewart, Elton John o Stevie Wonder?”.

sábado, 29 de agosto de 2009

VIEJOS, RENEGADOS, CHOTOS, PSEUDO INTELECTUALES Y VINAGRES. DESPUÉS DE LOS 30.

Los verdaderos pendejos boludos.

Cuanto tiempo pasamos pensando que la juventud no tiene responsabilidades. Si tenemos el privilegio de vivir una vida pequeño burgesa, con comodidades mínimas e indispensables, con contención cultural, sin pasar ninguna mala, llega una etapa entre los 20 y 25 años, en que la visión sobre muchas cosas empieza a cambiar. El comenzar a mantenerte, a estudiar sin obligación, a que te gusten otros libros, otras películas u otros discos. Otra visión sobre las parejas, sobre los amigos, sobre los padres, sobre la ropa, sobre la joda, sobre la política, sobre el fútbol, sobre los vinos. Todo eso, al menos un poco, nos cambia. Mucha gente a medida que sortea obstáculos critica los pasos dejados atrás. A veces nos parece que la gente que ahora ocupa ese lugar son unos descerebrados, unos pendejos, unos desleídos, casi analfabetos, vagos, y así puedo seguir durante muchas líneas. Y se nota en cosas bien pequeñas. Por ejemplo, cuando sos pibe vivís en un departamento con un par de amigos, mientras estás en los dos primeros años de una carrera que pronto vas abandonar, y los viejos pagan la cuenta, robas el cable, tomas vino en una cajita de dos mangos y le rompes las bolas permanentemente a tu vecino con la música a todo lo que da, después, cuando sos el “perjudicado”, le golpeas la puerta a tus vecinos y les decís que bajen la música, que mañana tenés que trabajar, mientras te quejas porque los pibes están al pedo, y no tienen responsabilidades. Sin embargo, no es tan así.
No esta mal querer que bajen la música, siempre y cuando seamos consientes de que es lo que nos toca. Cada etapa de la vida tiene sus responsabilidades, hay que aceptarlas, y saberlas vivir. Las responsabilidades de la juventud son la rebeldía, la transgresión y el desparpajo. Estar comprometido con esas cosas, no es, nada. Empezar a entender que ciertos sistemas políticos son una mierda, no es la nada. Pelearle a la resaca barata tampoco es nada. Y disfrutar de algo, sea lo que sea, es mucho. A medida que crecés, el desparpajo se diluye. Cada vez es menos, hasta que en la mayoría de los casos desaparece. La trasgresión nunca se nota. Todos, en pequeña o gran medida transgredimos algo, pero nunca lo sabemos. Sólo nos damos cuenta de las transgresiones de los demás, y las resaltamos. De esta manera, ocultamos las nuestras. Un mecanismo típico de miedo a destacarse con algo, a no hacerse cargo de lo que uno lleva a cuesta, sea lo que sea. El que se anima a mostrar su trasgresión, suelen llamarlo genio. No se si es para tanto, pero merece ser destacado. Y la rebeldía se corre de lado. No creo que la rebeldía cuando uno crece se pierda. Creo más bien que se corre de lugar. Se van trasladando los objetos de esa rebeldía. Si uno cuando es chico se rebela contra el sistema de turno y los padres, cuando es padre y sistema, ya se revela contra otra cosa…no sé, tal vez el rock. Le empiezan a molestar grupos de rock que antes eran los preferidos, y comentamos por todos lados que ahora nos gusta Sly and the family Stone, Bob Dylan, Stevie Wonder, George Harrison más que los Beatles y David Byrne más que Talking Heads. Por ahí, con mucha audacia, destacamos algún loquito que todavía no arranca pero que parece genio, como Pity Álvarez, y hasta veneramos a Los Auténticos Decadentes porque saben divertirse. Despectivamente no aceptamos a los grupos masivos, donde la gente canta más que el grupo, y se siente protagonista de un espectáculo en el que supuestamente sólo deben ser los espectadores. Les reclamamos a esos pibes que no van a los shows a escuchar, y no entendemos que son víctimas de un sistema que los llevó a identificarse con un movimiento social muy fuerte. A mi me pasó con Los Piojos. ‘Los Piojos tienen fecha de vencimiento’ a veces me digo. Y pensando un poco creo que no. Lo que se venció es la tolerancia de uno para con esa clase de música. Entonces, cuando empezás a entender a Bob Dylan, Los Piojos te parecen unos boludos. Pregunto, ¿Quién es más boludo? ¿El que critica algo porque ya no cree más en esas cosas y se cree superado?, ¿o el que disfruta de cosas que lo hacen feliz, lo movilizan y se hace cargo de eso tenga la edad que tenga?

miércoles, 15 de julio de 2009

ENTRE EL DESCUBRIMIENTO Y LA CONSOLIDACIÓN


Que sensación placentera que es descubrir cosas que hay en uno, y no nos habíamos dado cuenta. Creo que debe ser algo que llevamos adentro desde muy pequeños; una condición humana que nos conduce al aprendizaje. Primero nos conocemos las manos, después el pito (en el caso de los hombres), después el pelo, después los pies, después los dientes…así sucesivamente por el resto de la vida. Hay momentos en que estos descubrimientos son muy relevantes y definitorios. Descubrir el club que queremos, por ejemplo. Es casi nuestro primer lugar de pertenecía consciente, de refugio, único e irrepetible en el mundo. Después hay cosas un poco más jodidas, como la bebida, o cualquier elemento que te modifique ‘el estado normal de las cosas’. Y, claro, los amores. Aquellos que tienen que ver con la amistad, con la familia o con alguna pareja. Están los imposibles también. Y también ocurren esos amores que tienen que ver con cosas materiales o abstractas. Acá podemos nombrar, no sé, un álbum de figuritas, un autito de juguete, una fotografía, algún instrumento, alguna canción y alguna banda o música en general y algunas costumbres. En estos términos, hace unos días descubrí con sorpresa una costumbre en mí. Me descubrí silbando. Era una canción de Estelares. Venía por la calle silbando esa melodía y de repente pensé ‘estoy silbado una canción’. Feliz y curioso por el nuevo descubrimiento, automáticamente busqué en mi rockola cerebral de que canción se trataba y di con “Autobuses” de su último disco, Una temporada en el amor. Pensé exageradamente que era la única canción silbable en los últimos diez años de rock argentino. Con respecto a su condición de silbable, no creo que sea casual, aunque tampoco haya sido intencional. No creo que Moretti, Bertamoni y cía. hayan pensado en hacer una canción para silbar. Sin embargo, estoy seguro que el tipo retratado en la tapa fue silbando a hablarle a la señorita rubia, y se fue silbando también. Porque es obvio que los silbadores siempre tienen amores no correspondidos. Y los de atrás también están silbando. Y están los medio tristes, y los medio alegres. Los cantores, bailarines, señoritas, músicos y bebedores en general. Y desde el silbido, el arte y el título del disco, pude introducirme en el resto de las canciones, que para no ser menos que en los discos anteriores, forman un todo. En ninguno de los discos de Estelares hay canciones sueltas. Todas son algo de la otra. Tal vez sea por eso que canciones hermosas hace mucho tiempo escritas hayan tenido que esperar a ser contadas oficialmente en Una temporada en el amor. Este era su tiempo y su disco. De otra manera, es inentendible que “Hoteles”, “Las luces del sueño” y “Tanta Gente” (quizás la canción más popular en todos los discos de Estelares) esperaran tanto tiempo para salir al baile. Y el resto, no desentona en absoluto. Hay frases memorables como “le di mi vida a las canciones, y no me arrepiento”, de la fantástica “Melancolía”, que le pelea mano a mano a “voy a dejar mi lugar en el cielo” de la canción “Disco Pub” (Ardimos, 2003). Igual que en el disco anterior con “Jardines Secos”, el bajista Pali Silvera aporta una hermosa composición llamada “No hay más”. Una temporada en el amor, comienza con un corte difusión súper cantable, “Cristal”, que funciona como una especie de puente, de traductor entre Sistema Nervioso Central (2006) y este. Y cierra con “Un viaje a Irlanda”, una canción que cualquiera quiere cantar. En el medio, se destaca lo ya nombrado, más “Las trémulas canciones” con el aporte de Ariel Roth en guitarras, la épica “Superacción”, la entrañable “Mil abejas” y la desdichada “Máscaras”.
En uno de los primeros shows donde tocaron muchas canciones de este nuevo material, escuché decir a Manuel Moretti que una de esas canciones iba a ser un clásico. No recuerdo cuál era, pero, esta vez sin descubrir nada, estoy seguro que no se equivocaba. Por más que suene en todas partes, Estelares está lejos de ser material descartable. Todo tiene que ver en Estelares, todo es homogéneo. Cuando hay buenos soportes, y gente segura de lo que esta haciendo, es difícil que algo así se termine, por más que deje de existir. Una temporada en el amor significa eso, la consolidación de Estelares como una gran banda, y el disco que consagrará a Manuel Moretti en el podio de los grandes autores argentinos.

viernes, 3 de julio de 2009

PARANOIAS

Algunas paranoias son respetables, entendibles y lógicas. Hoy esta lleno de paranoicos que tal vez tengan razón sobre la gripe porcina, o quizás no la tengan. Pero más allá del respeto o indiferencia que se le tiene a una enfermedad, hoy en la sociedad argentina se desprende algo que, creo, no nos habíamos percatado en otros tiempos y situaciones. Siempre se afirmó que Argentina tenía 40 millones de técnicos de fútbol, sobre todos en épocas de paranoias deportivas, donde todos opinamos y todos tenemos la posta de que jugador tiene que estar, donde debe jugar, etc. Sobre todo cuando corremos peligro clasificación a mundiales, o se destaca el mal juego. De lo que no estábamos enterados es de la cantidad de médicos que tiene el país en etapas de fiebre masiva.

miércoles, 24 de junio de 2009

VOTARÍA A DAVID BYRNE


-¿Do you like a beer?

-Nou.

Tuve un contacto cercano con David Byrne. Y me enorgullece contarlo. Con mi escaso y precario inglés, pero lo tuve. Fue en un recital de La Portuaria, en La Trastienda, Bs As, cuando lo invitaron a la presentación de su disco Río. Tengo un amigo que trabajaba en la discográfica de La Portuaria, y me invitó al show. Además, resulto ser que el operador de sonido, y el de monitores de esa noche, también eran conocidos, por ser los dos de Rosario. Ninguno de los tres me prometió conocer a David Byrne, pero después de ver mis lágrimas cuando tocaba “Road to nowhere”, mi amigo de la discográfica me dijo que después del show íbamos al camarín. Y cumplió. Ahí estábamos, entre besos y abrazos en el camarín de La Portuaria, mientras David caminaba de aquí para allá, observando todo. Yo muy asustado. No sabia que hacer. Era David Byrne. El tipo del CBGB. El tipo que compartió noches interminables con Ramones, New York Dolls, Blondie. Unos de los responsables del puntapié inicial del post punk. El tipo que consagró el funk pop. David Byrne, por dios, que cabeza llena de música linda, buena, original, innovadora, jugada. David Byrne, el líder de Talking Heads. Yo lo miraba ir a su camarín y agarrar su propia cerveza. Muy amable el tipo cuando contestó que no a mi pregunta. No es que quería su propia cerveza, sino que no quiso tomar de la mía. Ya lo habíamos visto llorado unos pocos en el teatro Brodway de Rosario, y ahora estaba ahí otra vez.
En fin, se acaba de editar en Argentina un disco con composiciones suyas para una serie de televisión yanqui. Y también no hace mucho salió su segundo disco en colaboración con Brian Eno. El de la serie no lo escuché; este último es excelente. De todas maneras, toda esta perorata es para comentar un disco de Talking Heads que me compré hace muy poco tiempo. Lo encontré en una disquería de Junín (los discos de Talking Heads están lamentablemente descatalogados). Quién me atendió confesó que le había quedado de la época en que se editó. Se llama Speaking in Tongues y salió en 1983. Es buenísimo. Es música negra, principalmente funk, hecha por blancos, con un horizonte de motivación y gusto de primer nivel. Es bien rítmico. Hasta fonéticamente los temas son funky. Al nombrarlos o leerlos generan una sensación de agradable movimiento corporal: “Making Flippy Floppy”, “Sliperry People”… “Pull up the roots”. Hermoso. Venían de dos años sin grabar, y el último disco había sido un éxito: Remain the Ligth, con canciones como “Once in a life time” y “Crosseyed and Painless”. Este, Speaking in Tongues, nos introduce de lleno en el pop bailable de los ochenta estereotipados (pistas de baile con humo hasta los tobillos, bola espejada, anteojos negros de marco ancho, camisa con solapa ancha y sobretodo gris pasando las rodillas) pero, insisto, con un espíritu funk increíble. Y hay temas muy destacados: “Sliperry People” tiene sintetizadores en clave cumbia, un coro gospel y castañuelas, más un estribillo desafiante en su letra y su canto. “I get wild/wild gravity” es un reggae dub fantástico y “This must be a pleace” es hermosa; plagada de teclados y sintetizadores que traducidos en una simple guitarra develan una melodía súper sensible, bien cantable. Y los coros del último fragmento de la canción tienen un muy bien 10 te felicito. Bueno, ni que hablar de la primera canción, el clásico “Burning down the house”. Un músico invitado aporta la tónica fundamental del ritmo en todo el disco: Bernie Worrel en los sintetizadores, por esos días integrante de Parliament Funkadelic.
Hablando de invitados, y retomando la figura del líder, pienso que David Byrne se sabe acompañar muy bien. Sabe elegir su equipo de trabajo, y cuando trata ritmos que no le son naturales, busca los coequipers perfectos para la ocasión. Aparte del ya citado Worrel para profundizar el funk, ha sabido codearse con músicos como Celia Cruz, Hebert Vianna y Willie Colón para explorar ritmos latinos en su excelente disco solista, Rei Momo, de 1989. En este sentido, mirando un programa de TN, en plena campaña política, le estaban haciendo una entrevista a Hermes Binner, actual gobernador de Santa fe, donde se planteaba el tema de ser o no ser progresista en términos políticos. Me di cuenta que en un porcentaje amplio de mi vida pienso en términos musicales, cuando llegué a la conclusión que David Byrne es el ejemplo perfecto del músico progresista. En términos de ir para adelante, de pensar para adelante. Además de innovar hasta con músicas conocidas en diferentes partes del mundo, ser pluralista con ritmos multirraciales y explorarlos sin prejuicios. De sumar gente que aporte a la causa musical si es necesario. De no ser obsecuente con una línea tradicionalista en su música, y sin embargo, perseguir un objetivo claro. Supongo que el de ser honesto, musicalmente hablando.
Que lástima que no se postule. Que bueno que siga sacando discos.