miércoles, 15 de julio de 2009

ENTRE EL DESCUBRIMIENTO Y LA CONSOLIDACIÓN


Que sensación placentera que es descubrir cosas que hay en uno, y no nos habíamos dado cuenta. Creo que debe ser algo que llevamos adentro desde muy pequeños; una condición humana que nos conduce al aprendizaje. Primero nos conocemos las manos, después el pito (en el caso de los hombres), después el pelo, después los pies, después los dientes…así sucesivamente por el resto de la vida. Hay momentos en que estos descubrimientos son muy relevantes y definitorios. Descubrir el club que queremos, por ejemplo. Es casi nuestro primer lugar de pertenecía consciente, de refugio, único e irrepetible en el mundo. Después hay cosas un poco más jodidas, como la bebida, o cualquier elemento que te modifique ‘el estado normal de las cosas’. Y, claro, los amores. Aquellos que tienen que ver con la amistad, con la familia o con alguna pareja. Están los imposibles también. Y también ocurren esos amores que tienen que ver con cosas materiales o abstractas. Acá podemos nombrar, no sé, un álbum de figuritas, un autito de juguete, una fotografía, algún instrumento, alguna canción y alguna banda o música en general y algunas costumbres. En estos términos, hace unos días descubrí con sorpresa una costumbre en mí. Me descubrí silbando. Era una canción de Estelares. Venía por la calle silbando esa melodía y de repente pensé ‘estoy silbado una canción’. Feliz y curioso por el nuevo descubrimiento, automáticamente busqué en mi rockola cerebral de que canción se trataba y di con “Autobuses” de su último disco, Una temporada en el amor. Pensé exageradamente que era la única canción silbable en los últimos diez años de rock argentino. Con respecto a su condición de silbable, no creo que sea casual, aunque tampoco haya sido intencional. No creo que Moretti, Bertamoni y cía. hayan pensado en hacer una canción para silbar. Sin embargo, estoy seguro que el tipo retratado en la tapa fue silbando a hablarle a la señorita rubia, y se fue silbando también. Porque es obvio que los silbadores siempre tienen amores no correspondidos. Y los de atrás también están silbando. Y están los medio tristes, y los medio alegres. Los cantores, bailarines, señoritas, músicos y bebedores en general. Y desde el silbido, el arte y el título del disco, pude introducirme en el resto de las canciones, que para no ser menos que en los discos anteriores, forman un todo. En ninguno de los discos de Estelares hay canciones sueltas. Todas son algo de la otra. Tal vez sea por eso que canciones hermosas hace mucho tiempo escritas hayan tenido que esperar a ser contadas oficialmente en Una temporada en el amor. Este era su tiempo y su disco. De otra manera, es inentendible que “Hoteles”, “Las luces del sueño” y “Tanta Gente” (quizás la canción más popular en todos los discos de Estelares) esperaran tanto tiempo para salir al baile. Y el resto, no desentona en absoluto. Hay frases memorables como “le di mi vida a las canciones, y no me arrepiento”, de la fantástica “Melancolía”, que le pelea mano a mano a “voy a dejar mi lugar en el cielo” de la canción “Disco Pub” (Ardimos, 2003). Igual que en el disco anterior con “Jardines Secos”, el bajista Pali Silvera aporta una hermosa composición llamada “No hay más”. Una temporada en el amor, comienza con un corte difusión súper cantable, “Cristal”, que funciona como una especie de puente, de traductor entre Sistema Nervioso Central (2006) y este. Y cierra con “Un viaje a Irlanda”, una canción que cualquiera quiere cantar. En el medio, se destaca lo ya nombrado, más “Las trémulas canciones” con el aporte de Ariel Roth en guitarras, la épica “Superacción”, la entrañable “Mil abejas” y la desdichada “Máscaras”.
En uno de los primeros shows donde tocaron muchas canciones de este nuevo material, escuché decir a Manuel Moretti que una de esas canciones iba a ser un clásico. No recuerdo cuál era, pero, esta vez sin descubrir nada, estoy seguro que no se equivocaba. Por más que suene en todas partes, Estelares está lejos de ser material descartable. Todo tiene que ver en Estelares, todo es homogéneo. Cuando hay buenos soportes, y gente segura de lo que esta haciendo, es difícil que algo así se termine, por más que deje de existir. Una temporada en el amor significa eso, la consolidación de Estelares como una gran banda, y el disco que consagrará a Manuel Moretti en el podio de los grandes autores argentinos.

viernes, 3 de julio de 2009

PARANOIAS

Algunas paranoias son respetables, entendibles y lógicas. Hoy esta lleno de paranoicos que tal vez tengan razón sobre la gripe porcina, o quizás no la tengan. Pero más allá del respeto o indiferencia que se le tiene a una enfermedad, hoy en la sociedad argentina se desprende algo que, creo, no nos habíamos percatado en otros tiempos y situaciones. Siempre se afirmó que Argentina tenía 40 millones de técnicos de fútbol, sobre todos en épocas de paranoias deportivas, donde todos opinamos y todos tenemos la posta de que jugador tiene que estar, donde debe jugar, etc. Sobre todo cuando corremos peligro clasificación a mundiales, o se destaca el mal juego. De lo que no estábamos enterados es de la cantidad de médicos que tiene el país en etapas de fiebre masiva.