sábado, 29 de agosto de 2009

VIEJOS, RENEGADOS, CHOTOS, PSEUDO INTELECTUALES Y VINAGRES. DESPUÉS DE LOS 30.

Los verdaderos pendejos boludos.

Cuanto tiempo pasamos pensando que la juventud no tiene responsabilidades. Si tenemos el privilegio de vivir una vida pequeño burgesa, con comodidades mínimas e indispensables, con contención cultural, sin pasar ninguna mala, llega una etapa entre los 20 y 25 años, en que la visión sobre muchas cosas empieza a cambiar. El comenzar a mantenerte, a estudiar sin obligación, a que te gusten otros libros, otras películas u otros discos. Otra visión sobre las parejas, sobre los amigos, sobre los padres, sobre la ropa, sobre la joda, sobre la política, sobre el fútbol, sobre los vinos. Todo eso, al menos un poco, nos cambia. Mucha gente a medida que sortea obstáculos critica los pasos dejados atrás. A veces nos parece que la gente que ahora ocupa ese lugar son unos descerebrados, unos pendejos, unos desleídos, casi analfabetos, vagos, y así puedo seguir durante muchas líneas. Y se nota en cosas bien pequeñas. Por ejemplo, cuando sos pibe vivís en un departamento con un par de amigos, mientras estás en los dos primeros años de una carrera que pronto vas abandonar, y los viejos pagan la cuenta, robas el cable, tomas vino en una cajita de dos mangos y le rompes las bolas permanentemente a tu vecino con la música a todo lo que da, después, cuando sos el “perjudicado”, le golpeas la puerta a tus vecinos y les decís que bajen la música, que mañana tenés que trabajar, mientras te quejas porque los pibes están al pedo, y no tienen responsabilidades. Sin embargo, no es tan así.
No esta mal querer que bajen la música, siempre y cuando seamos consientes de que es lo que nos toca. Cada etapa de la vida tiene sus responsabilidades, hay que aceptarlas, y saberlas vivir. Las responsabilidades de la juventud son la rebeldía, la transgresión y el desparpajo. Estar comprometido con esas cosas, no es, nada. Empezar a entender que ciertos sistemas políticos son una mierda, no es la nada. Pelearle a la resaca barata tampoco es nada. Y disfrutar de algo, sea lo que sea, es mucho. A medida que crecés, el desparpajo se diluye. Cada vez es menos, hasta que en la mayoría de los casos desaparece. La trasgresión nunca se nota. Todos, en pequeña o gran medida transgredimos algo, pero nunca lo sabemos. Sólo nos damos cuenta de las transgresiones de los demás, y las resaltamos. De esta manera, ocultamos las nuestras. Un mecanismo típico de miedo a destacarse con algo, a no hacerse cargo de lo que uno lleva a cuesta, sea lo que sea. El que se anima a mostrar su trasgresión, suelen llamarlo genio. No se si es para tanto, pero merece ser destacado. Y la rebeldía se corre de lado. No creo que la rebeldía cuando uno crece se pierda. Creo más bien que se corre de lugar. Se van trasladando los objetos de esa rebeldía. Si uno cuando es chico se rebela contra el sistema de turno y los padres, cuando es padre y sistema, ya se revela contra otra cosa…no sé, tal vez el rock. Le empiezan a molestar grupos de rock que antes eran los preferidos, y comentamos por todos lados que ahora nos gusta Sly and the family Stone, Bob Dylan, Stevie Wonder, George Harrison más que los Beatles y David Byrne más que Talking Heads. Por ahí, con mucha audacia, destacamos algún loquito que todavía no arranca pero que parece genio, como Pity Álvarez, y hasta veneramos a Los Auténticos Decadentes porque saben divertirse. Despectivamente no aceptamos a los grupos masivos, donde la gente canta más que el grupo, y se siente protagonista de un espectáculo en el que supuestamente sólo deben ser los espectadores. Les reclamamos a esos pibes que no van a los shows a escuchar, y no entendemos que son víctimas de un sistema que los llevó a identificarse con un movimiento social muy fuerte. A mi me pasó con Los Piojos. ‘Los Piojos tienen fecha de vencimiento’ a veces me digo. Y pensando un poco creo que no. Lo que se venció es la tolerancia de uno para con esa clase de música. Entonces, cuando empezás a entender a Bob Dylan, Los Piojos te parecen unos boludos. Pregunto, ¿Quién es más boludo? ¿El que critica algo porque ya no cree más en esas cosas y se cree superado?, ¿o el que disfruta de cosas que lo hacen feliz, lo movilizan y se hace cargo de eso tenga la edad que tenga?